Tras décadas de una Unión Europea
defendiendo recetas de austeridad, ésta ha demostrado ser un fracaso para las
clases medias y populares, y lejos de los discursos políticos que hablan de
superación de la crisis y de crecimiento, la realidad es otra bien distinta.
La propia Unión Europea define a
España como en estado "crítico" para el bienestar social de sus
ciudadanos. De su análisis resulta que, globalmente España está a la cola en
calidad de su bienestar social, donde el 20% más rico de la población, gana
casi 7 veces más que el 20% más pobre.
Prácticamente uno de cada tres
españoles, está en riesgo de pobreza o exclusión social. Y tenemos uno de los
índices de abandono de los estudios en los jóvenes, más altos de Europa.
Con esta situación considero que
las personas deberían ser prioritarias en las políticas de todas las administraciones
públicas, desde el ayuntamiento hasta el Estado, pero creo que no lo son en
ninguna. Los políticos prefieren inaugurar una obra innecesaria antes que
liberar a una familia del bocado de la miseria.
Decía Antonio Machado en Juan de
Mairena que “A todos nos conviene, amigos queridos, que nuestros dirigentes
sean siempre los más inteligentes y los más sabios.” Yo añadiría a esas
cualidades las de “los más sensibles y los más honrados”
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