Con la fortuna
de una sola persona, en este caso un español, podrían alimentarse un millón de
familias españolas (aproximadamente el 6 % de la población) durante nueve años.
¿Es esto justo? ¿Es ético? ¿Por qué tanto interés de los Gobiernos por
controlar y poner límites a los ingresos de los asalariados al tiempo que
tienen total permisividad con las grandes fortunas? El 10% de la población
mundial disfruta del 70% de la riqueza del planeta. Un reparto más equitativo
de la riqueza es posible y necesario.