Los
escritores suelen enfrentarse, con más o menos frecuencia, al pánico del
llamado "síndrome de la página en blanco". Sentados frente a la hoja
en blanco o pantalla del ordenador y sin ninguna idea que plasmar. El tiempo
pasa… y no fluyen las ideas. Ahí estas, sólo frente al papel en blanco… y no
hay nada que hacer. Intentas unas palabras… y a tachar; un breve esquema de la
historia… y a tachar. La cosa no marcha.
Esto
que a veces ocurre a los escritores, es pasajero y superable; pero ¿qué ocurre
cuando esta situación de bloqueo se da en un político? En ese caso no hablamos
de “pagina en blanco”, sino de “mente en blanco”.