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21 agosto 2012

El Tribunal Superior de Andalucía anuló el Pleno del Ayuntamiento de Torremolinos que acordó masificar la zona de Montemar

Entre 2003 y 2004, el equipo de gobierno del PP en el ayuntamiento de Torremolinos, aprobó varias modificaciones puntuales de elementos en la zona de Montemar. Dichas modificaciones consistieron, básicamente, en cambiar lo establecido en el PGOU (vivienda unifamiliar aislada) a CJ-3 (ciudad jardín, planta baja, más 1, más torreón), consiguiendo poder construir cerca de cien vivienda donde existían tres casas.
Los argumentos dados por el equipo de gobierno del PP, para un incremento tan brutal de la densidad urbanística y de la población de la zona fueron pintorescos: incrementar la recaudación de impuestos. El Alcalde rechazó todas las alegaciones presentadas, argumentando que “al final la calle que tendrán que limpiar los barrenderos va a ser el mismo tramo, y sin embargo en vez de cobrar un recibo de basura, pues vamos a cobrar 60 recibos de basura y 60 IBIs”. Claro que el alcalde se calló que obtenía más de 9.000 euros por cada vivienda que se construía como consecuencia de las modificaciones llevadas a cabo.

Al equipo de gobierno del PP no le importo lo más mínimo los derechos de los vecinos que en su día adquirieron sus propiedades confiando que la normativa urbanística otorgaba a la zona la calificación de viviendas unifamiliares aisladas y que junto a su parcela no le iban a levantar un edificio que les rompe su derecho a la privacidad y que la zona progresivamente se va masificando y pierden calidad de vida. Todo ello, con el único objetivo de recaudar el ayuntamiento más dinero.

El PSOE y vecinos de la zona formularon alegaciones contra dichas modificaciones, por suponer un importante incremento de la densidad urbanística y demográfica; estar la zona diseñada  para albergar viviendas unifamiliares y carecer de suelo público para dotarla de los necesarios equipamientos y servicios acordes con el nuevo incremento poblacional.

La Delegación Provincial de Obras Públicas de la Junta de Andalucía emitió Informe Técnico desfavorable a dichas modificaciones, coincidiendo en argumentación con los vecinos y el PSOE, pero el Alcalde sólo atendió el criterio de ingresos extra para el ayuntamiento, y siguió con sus modificaciones. Ante este proceder contrario al interés general, la Junta de Andalucía llevó al ayuntamiento a los juzgados y el Tribunal Superior de Andalucía, dictó sentencia con fecha 30 de junio de 2010 estima el recurso interpuesto por la Junta de Andalucía  y anula el acuerdo del Pleno  que aprobó la modificación puntual de elementos, “declara la nulidad radical de la aprobación por afectar a elementos estructurales del Plan, con aumento de la densidad de población sin establecer medidas urbanísticas que compensen el mismo para garantizar la calidad de vida diseñada en el Plan originario. “

La sentencia da la razón a las intervenciones en el Pleno del PSOE, “cuyas alegaciones en contra de la modificación y en donde se afirma que ese aumento de población repercute en la pérdida de movilidad en el viario y falta de aparcamientos, llegándose incluso a cambiar la zona y hacer desaparecer las viviendas unifamiliares.”

La sentencia del Tribunal Superior de Justicia fue recurrida por el Ayuntamiento y por la empresa promotora ante el Tribunal Supremo y éste ha admitido el recurso por un defecto de forma, devolviendo las actuaciones al inicio del proceso, lo que supone unos años más pendientes de sentencia firme.

 Con toda probabilidad, la sentencia final será en el mismo sentido que la dictada en 2010, es decir, declarando NULO el acuerdo del Pleno del Ayuntamiento que acordó la masificación de Montemar. Para entonces habrán pasado más de10 años de los hechos y los vecinos estarán de por vida sufriendo las consecuencias de una masificación ilegal como consecuencia de una decisión personal del Alcalde, pero éste no tiene que asumir ninguna responsabilidad. ¿Es esto justicia? ¿Es ético? ¿Tampoco tiene responsabilidades políticas? Cuando menos, por respeto a los ciudadanos injustamente perjudicados, el alcalde Pedro Fernández Montes debería dimitir asumiendo su responsabilidad.

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