El
año 2015 debe ser el año en que los vecinos de Torremolinos tomen conciencia de
la situación real de decadencia que sufre la ciudad y sean partícipes de un
cambio de tendencia que recupere el esplendor de los mejores momentos de esta
ciudad turística reconocida mundialmente.
Torremolinos ha de reencontrarse con nuestra razón
de ser, el turismo. La ciudad “capital del turismo” en Andalucía no puede sobrevivir
como tal si, como ha ocurrido en los últimos años, nos cargamos “la noche” y la
diversión, sin ofrecer ningún atractivo a la juventud local ni turística. Todo
ello favorecido desde una política institucional del ayuntamiento errónea.
Si
los ciudadanos son conscientes, que lo son, de la degradación que sufre
Torremolinos, de su incapacidad actual para aportar respuestas correctas a
desafíos locales, deben de utilizar sus armas para corregir esta situación, y
esas armas no son otras que su VOTO en las urnas a elecciones municipales del
2015.
Hay que desterrar la política del clientelismo político y
aislamiento social del ayuntamiento y dar cabida a otra política basada en la
reorientación de forma progresiva del modelo de gestión transparente y
participativa. Cuando hay transparencia en la gestión y se da participación a
los ciudadanos y colectivos sociales, es fácil que afloren iniciativas
positivas para la ciudad, y esas iniciativas deben ser lideradas por el
ayuntamiento.
Evidentemente, esa nueva mayoría social, cultural y política se ha
de constituir de forma sólida, con una transición ordenada. EL consistorio, que
debe ser la casa de todos, debe gestionar de forma participativa y dialogada con
los agentes sociales y en general con la ciudadanía, las políticas a
desarrollar, especialmente económicas, sociales y culturales.
Si en 2015 Torremolinos rectifica su rumbo, un nuevo aire
purificará la Casa Consistorial, iniciándose un nuevo periodo que ha de
conseguir para 2023 ser considerado como referente mundial del turismo,
acompañando al sol y playa los atractivos de ocio, diversión, libertad,
gastronomía, diversidad, activismo callejero… Torremolinos respirará un aire
nuevo, y la ciudadanía se sentirá orgullosa del camino recorrido y con
renovadas fuerzas para seguir adelante. Los optimistas tenemos razón, otro
Torremolinos es posible… sólo hay que trabajarlo.
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