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30 octubre 2019

Aniversario del nacimiento de Miguel Hernández


Tal día como hoy, 30 de octubre de 1910 nació en Orihuela (Alicante) Miguel Hernández, hoy hace 109 años. De familia humilde, tiene que abandonar muy pronto la escuela para ponerse a trabajar de pastor. Mientras cuidaba el rebaño, Miguel Hernández leía con avidez y escribía sus primeros poemas.
A partir de 1930 comienza a publicar sus poesías en revistas como El Pueblo de Orihuela El Día de Alicante. En la década de 1930 viaja a Madrid y colabora en distintas publicaciones, estableciendo relación con los poetas de la época, colaborando en importantes revistas poéticas españolas.
Escribe en estos años los poemas El silbo vulnerado (1934), Imagen de tu huella (1934), y el más conocido: El Rayo que no cesa (1936).

Durante la guerra compone Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1938) con un estilo que se conoció como “poesía de guerra”. En la cárcel acabó Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941).

Al terminar la Guerra Civil española, intenta salir del país pero es detenido en la frontera con Portugal. El poeta y dramaturgo, una de las principales voces de la literatura española del pasado siglo, murió en una cárcel de Alicante víctima de la tuberculosis cuando solo tenía 31 años de edad. Había sido condenado a muerte por el régimen franquista en marzo de 1940 y su sentencia fue conmutada por cadena perpetua después de las protestas internacionales.

Vientos del pueblo me llevan

Vientos del pueblo me llevan,

vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.


Los bueyes doblan la frente,

impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.


No soy de un de pueblo de bueyes,

que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.

¿Quién habló de echar un yugo

sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?


Asturianos de braveza,

vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.


Crepúsculo de los bueyes

está despuntando el alba.


Los bueyes mueren vestidos

de humildad y olor de cuadra;
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.


Si me muero, que me muera

con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.


Cantando espero a la muerte,

que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.




Pablo Neruda escribió que “recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor”

Hoy, en el aniversario del nacimiento de Miguel Hernández, el mejor homenaje que le podemos hacer al poeta y dramaturgo del pueblo, es releer su obra.

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