Manuel
Azaña nació en Alcalá de Henares en 1880, donde su padre fue alcalde en tres
ocasiones, y murió en Montauban (Francia) en 1940.
Azaña
fue Presidente del Gobierno de España (1931-33, 1936) y Presidente de la
Segunda República entre 1936-39.
El
gobierno de Azaña llevó a cabo, con mayor o menor desarrollo, las grandes
reformas de la República: Religiosa, Militar, Agraria, Educativa, Política,
etc.
Al
cumplirse el séptimo aniversario de su muerte en el destierro, en noviembre de
1947, se celebró en París, un homenaje en su memoria.
En
dicho acto, Diego Martínez Barrio, Presidente de la República en el exilio, le
dedicó estas palabras: "Yo he gozado
la maravilla intelectual y emocional de grandes discursos. He oído a Salmerón,
majestuoso como un dios; a Moret, que conocía y utilizaba sabiamente los secretos
del idioma; a Canalejas, cuya dialéctica, servida por enorme cultura, pasmaba a
los oyentes; a D. Antonio Maura, artista de la palabra y del gesto; a
Melquiades Alvarez, émulo de Castelar; a Lerroux que llegaba, con el más
emocionado de los acentos, a las más altas cimas de la inspiración; al propio
Alcalá Zamora, impecablemente correcto, en cuyo verbo se unían la grandeza de
Donoso Cortés y la belleza literaria de Góngora; a muchos más... Pues bien,
ninguno de ellos reunió las múltiples cualidades que se dieron en Azaña".
Azaña
fue periodista, escritor, ateneísta… además de un gran político con un claro
proyecto de desarrollo, convivencia y democracia para España. El historiador Manuel
Tuñón de Lara escribe que “al frustrarse
el proyecto político azañista, se frustró casi medio siglo de Historia de
España”.
Observando
el nivel político que existe hoy en España, comprobamos cuánta razón tenía
Azaña cuando manifestaba “No me importa que un político no sepa hablar, lo que
me preocupa es que no sepa de lo que habla“. Igualmente cobra hoy plena
vigencia, con tanto patriota de pacotilla, sus palabras en el Congreso de los
Diputados “que nadie tiene el derecho de
monopolizar el patriotismo, y que nadie tiene el derecho, en una polémica, de
decir que su solución es la mejor porque es la más patriótica; se necesita que,
además de patriótica, sea acertada“.
Valga
este humilde reconocimiento, en el 79 aniversario de su muerte, a la figura del
republicano Manuel Azaña.
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