Un año más, el Ayuntamiento de Torrremolinos dedica todo el mes de Diciembre a orquestar una fuerte campaña propagandística con el reparto de cestas de navidad, con las que el Alcalde dice “obsequia cada año a las personas del municipio con escasos recursos económicos y en situación de necesidad”.
En realidad, con cualquier documento válido para ver la edad (jubilados) o situación de desempleo de más de un año continuado (parados), es suficiente para recibir la cesta. Pero ser jubilado no significa tener “escasos recursos o situación de necesidad”. Dice la Real Academia de la Lengua Española que una persona necesitada es la que “carece de lo necesario para vivir”.
No tengo nada en contra de que se le de una cesta a todos los jubilados; en principio, me parece bien. Lo que ya no me parece bien, es que existan bastantes torremolinenses en situación de necesidad y escasos recursos económicos que no tienen acceso a esas cestas tan publicitadas por el gabinete de prensa del Sr. Fernández Montes, que mantiene que “el Ayuntamiento pretende contribuir a que los ciudadanos con menos recursos económicos del municipio puedan también celebrar lo mejor posible las fiestas de Navidad y Año Nuevo”. Pero se le niega a familias muy necesitadas y no hay inconveniente para su entrega a personas con elevados ingresos, importante patrimonio y alto nivel de vida. Este es un sistema arbitrario e injusto, basado en el clientelismo político y en el regusto caciquil del Alcalde exigiendo que los ciudadanos adopten posturas de sumisión ante la expectativa de poder ser recompensados, típica acción de los caciques de tiempos pasados y que hoy pervive en Torremolinos, donde el Alcalde sabe representar el papel de protector de los vecinos y autoridad indiscutible. Esto es política populista y demagógica.
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