Los recuerdos siempre tienden a mejorar las coses,
sin embargo, cuando dentro de unos años pongamos el retrovisor y analicemos
esta etapa de la historia de Torremolinos, será difícil que podamos hacer un
balance positivo de lo que han supuesto los años del “caudillismo Montes” en esta ciudad.
Los que hoy pasan por amigos
complacientes de D. Pedro serán los primeros en cantar sus mezquindades.
Recordaremos que con él llegaron las fotografías de cada acto e inauguración,
la obsesión por estar en todos los sitios pero sin hacer nada más que acto de
presencia. Con este alcalde conocimos el control hasta la histeria de las
acciones de los demás, la separación entre “los nuestros”, “los
enemigos” y “los que no cuentan” sin más divisiones.
Entendimos lo que significaba el
“ordeno y mando”, el no escuchar a la gente en sus temas importantes
pero interpretar el papel de preocupado por las personas aunque sin interesarse
realmente por sus problemas. Supimos lo que era mentir distorsionando la
realidad con los medios afines y públicos; ofrecer datos de difícil
comprobación para obtener titulares en la prensa amiga. Y muchas, muchísimas
más cosas que representarían ejemplos de un estilo ególatra, mentiroso y
egocéntrico de la gestión. Eso sí, todo ello aderezado de una lluvia fina:
la criminalización permanente del Partido Socialista y las administraciones por
él gobernadas.
Torremolinos y sus ciudadanos se
merecen otro alcalde.
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