A
siete meses de la elecciones municipales del próximo mayo, todos sabemos que se
ha producido un cambio en el pensamiento de los torremolinenses; nadie sabe qué
dirán las urnas en la próxima consulta, pero el otro día me decía una señora de
derechas de toda la vida, votante del PP y defensora de Pedro Fernández Montes:
“Yo
siempre he votado a Pedro, creo que ha hecho cosas buenas, pero ya se tiene que
ir. No porque esté más o menos mayor, sino porque se ha quedado sin ideas y no
escucha a nadie. La ley no debía permitir a un alcalde estar tantísimos años en
el sillón”
Este
sentimiento es compartido por muchísimos votantes del PP en la ciudad. EL
alcalde, Fernández Montes, es conocedor de esta realidad que le pone bastante nervioso…
aterrado. Lo que ha ocurrido es que por fin ha caído el muro del miedo en el
municipio. Un miedo instaurado por el ayuntamiento y que buenos réditos le ha
dado al alcalde. Cayó el muro y la gente ha empezado a respirar un poco, y
cuando la gente respira y es libre, es más difícil la manipulación. El miedo ha
servido para construir y apuntalar un régimen local sectario, basado en el
clientelismo y la arbitrariedad, con hondas raíces en toda la sociedad.
Fernández
Montes no sólo se ha quedado sin ideas, lo que aún es más grave es que su
nefasta gestión económica ha llevado al ayuntamiento a la “bancarrota” y se ha
puesto a rapiñar absolutamente todo, metiendo directamente la mano en la
cartera de los vecinos: IBI desorbitado, sanciones y multas meramente
recaudatorias, ordenanzas que cobran precios abusivos por todo. El ayuntamiento
se ha convertido en una caja de recaudar y cada vez son menos los servicios que
presta a los vecinos gratuitamente (certificado de empadronamiento, 5 euros;
copia de Ordenanza de un folio, 10 euros, por compulsa de un folio, 1,20 euros,
etc)
Al
inicio de esta legislatura (2011) eran muchos los vecinos que defendían al
alcalde que en las urnas había conseguido una holgada mayoría absoluta. Hoy,
tres años y medio después, donde el recibo del IBI le ha subido sustancialmente
(el compromiso estrella de Fernández Montes en la campaña electoral era no
subir el IBI a los empadronados en toda la legislatura), el municipio se está
empobreciendo por días, los cierres de negocios son continuos y las ofertas
para la juventud inexistentes; por eso hoy es difícil encontrar defensores de
la gestión de Fernández Montes y la frase más escuchada es “Torremolinos está
muerto”.
Después
de la anterior frase, lo que más se repite entre los vecinos es “Torremolinos
necesita un cambio”. Cambio para ir recuperando el protagonismo de los
ciudadanos. Cambio para ilusionar a una población en su futuro. Cambio para que
el Ayuntamiento sea la casa de todos los torremolinenses. Cambio, porque el
pueblo decida no sólo quién le gobierna, sino también cómo lo hace.
Como dijo Abraham Lincoln "Puedes engañar a
todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no
puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo." Por muchos “coletazos”
que dé el régimen en su agonía, no hay Noticiero ni Televisión municipal que
consiga engañar a todo el mundo todo el tiempo.
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