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17 diciembre 2012

Los desahucios: un drama con soluciones

Con el estallido de la crisis y el aumento del paro, centenares de miles de familias han llegado a una situación límite que no les permite cubrir sus necesidades más básicas. Una situación que se agrava cuando las familias se enfrentan a la pérdida de su vivienda y a la condena financiera de por vida. El banco se adjudica la vivienda por el 50% del valor de tasación y sigue reclamando el pago de la deuda restante, más los intereses y costas judiciales, a las personas en situación de insolvencia, mediante el embargo de nóminas, cuentas, etc, así como embargos a los avalistas. Es decir, además de perder la vivienda, miles de familias se enfrentan a una condena financiera de por vida que se traduce en una puerta a la exclusión social y la economía sumergida.
Parece inadmisible y totalmente injusto que en un Estado social y democrático de derecho, todas las consecuencias de la crisis recaigan sobre la parte más vulnerable del contrato hipotecario y en cambio las entidades financieras, en buena medida responsables de la actual crisis, reciban ayudas millonarias que salen de los impuestos, sin tener que asumir ninguna responsabilidad, al mismo tiempo que siguen generando miles de millones de beneficios anuales.

El informe que varios jueces del Consejo General del Poder Judicial han elaborado respecto al problema de la vivienda en España es demoledor; y un dictamen de la abogada general del Tribunal de Justicia europeo, Juliane Kokott, ha concluido que la normativa española sobre desahucios incumple la directiva comunitaria de protección del consumidor frente a cláusulas abusivas.

La ley que rige el mercado hipotecario permite la absoluta tiranía de los bancos y deja a las personas indefensas. Es una ley de otra época, está hecha con la mentalidad del XIX para penalizar, más que proteger, a los pobres; es una ley de cuando la pobreza era una lacra moral (está a punto de volver a serlo). En países desarrollados no se concibe una ley semejante, tan sumamente injusta y desequilibrada. En muchos países de nuestro entorno la entrega de la casa acaba con la deuda. Eso permite que las personas puedan rehacer sus vidas, y se pone freno a las prácticas torticeras y tramposas de los bancos.

Si al problema del desempleo se une la pérdida de la vivienda y el mantenimiento de una deuda pendiente, la vida se hace imposible. Eso les ocurre cada día a más de 200 familias. Disponer de un lugar para vivir no sólo marca la diferencia para los desempleados, sino también para la inmensa mayoría de los pensionistas y de las personas trabajadoras con sueldos bajos (más del 70% de la población); disponer o no de una vivienda condiciona todo el proyecto de vida familiar. Así, lo que puede ser soportable con un sueldo bajo o una pensión de 400 euros, siempre que se tenga casa, deja de serlo en ausencia de ésta. Disponer de una vivienda marca la línea entre una pobreza con esperanzas y la más absoluta y desesperanzada pobreza. Con una vivienda es posible enfrentarse al desempleo, hacer algún proyecto, seguir en la vida; sin vivienda no es posible. Y peor aún, sin vivienda y con una deuda de por vida.

Los suicidios que están teniendo lugar son la expresión más dolorosa de un sufrimiento que ha supuesto ya al menos 7 muertes.

Es necesario, no sólo la dación en pago, que tiene que ser retroactiva, sino la posibilidad de demorar o paralizar el pago de la hipoteca en caso de desempleo, enfermedad o desgracia familiar, de convertir la hipoteca en alquiler social, de renegociar aquella…

Es inmoral y constituye un intolerable agravio comparativo, que una inmobiliaria que ha hecho de la compraventa de viviendas un negocio lucrativo, pueda saldar su deuda por activos, mientras que una familia es desahuciada y además continúa arrastrando una deuda de por vida.

El problema de los bancos no es tanto la deuda hipotecaria de las familias, sino los activos que se acumulan en sus balances derivados  de la quiebra de centenares de empresas del sector inmobiliario: urbanizaciones fantasmas, promociones sin acabar, miles de metros cuadrados por construir que se han devaluado…

Ante tanto dolor y sufrimiento, los Ayuntamientos son las instituciones más próximas al ciudadano y por tanto viven el día a día de los problemas y las consecuencias personales y sociales que los desahucios están provocando, y no pueden permanecer indiferentes. A pesar de las dificultades y limitaciones para actuar desde el ámbito municipal creo que es imprescindible un pronunciamiento de la Corporación de Torremolinos revelándose ante una situación que es injusta e insostenible.

El Real Decreto aprobado por el Gobierno no soluciona el problema en su dimensión real, al quedar excluidas de las medidas la inmensa mayoría de las familias que van a seguir sufriendo igual que ahora su dramática situación. El objetivo del Ayuntamiento de Torremolinos debe ser el evitar que ninguna familia del municipio se quede sin techo y parar todos los desahucios hasta que haya una nueva ley. Para ello el PSOE ha presentado una moción, que se discutirá en el próximo Pleno y que mantiene, entre otros, los siguientes compromisos:

1)      Solicitar a todas las entidades financieras con sucursal en Torremolinos la exigencia de suspensión inmediata de desahucios en nuestro término municipal.

2)      Que el Ayuntamiento retire los fondos municipales de aquellos bancos que no paralicen los desahucios.

3)      Exige al Gobierno la modificación urgente de la legislación Hipotecaria.

4)      Creará de forma urgente un Grupo de Trabajo formado por los partidos políticos con representación en el Ayuntamiento y los agentes sociales, y un plazo no superior a un mes, para abordar la posibilidad de establecer un programa de ayudas a las personas y familias incursas en procesos de desahucios de extrema gravedad, y dentro del marco competencial municipal, aliviar el sufrimiento de los afectados por desahucios.

5)      Negar desde el gobierno local la petición de colaboración de la policía local en los procesos de desahucios de las familias del municipio.

6)      Crear una oficina en el Ayuntamiento con el objeto de: Orientar y asesorar a los ciudadanos, elaborar un Plan Especial de ayudas sociales, instar al Gobierno de la Comunidad Autónoma a que mejore o ponga en marcha el servicio de Mediación y pedir a la Diputación que colabore con el Gobierno autonómico en esta dirección.

Confío que el Pleno del Ayuntamiento esté a la altura de las circunstancias y apruebe por unanimidad unas medidas que, dentro de sus posibilidades ayude a sus vecinos a sobrellevar su dramática situación de la mejor forma posible.

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